Motivación: la llave de oro.
¿Es la motivación un elemento esencial para el logro de tus objetivos? Sin duda. Es la clave del éxito en todo lo que emprendes.
La motivación es un proceso que regula el compromiso de una persona con una actividad o con una situación determinada. El término deriva del latín y significa “causa del movimiento”.
Va dirigida hacia algo preciso. Incluso cuando hablando de forma general dices ‘me siento motivado’, hay una dirección, que en este caso podría ser el hecho de vivir.
Cuanta mayor sea la motivación mayor será tu compromiso con una actividad. Y de que esta motivación se mantenga en el tiempo dependerá el éxito de aquello que decides llevar a cabo.
Podemos hablar de dos tipos de motivación, intrínseca y extrínseca.
La motivación intrínseca es aquella que responde a tus valores y creencias y generalmente te impulsa a hacer las cosas por el simple placer de hacerlas. Por ejemplo, imagina que decides estudiar turco. Eres un amante de la cultura turca y a priori no tienes intención de darle uso al idioma. Pero te gusta y lo aprendes sólo por eso. Porque te gusta.
Podría suceder que además tuvieras en mente irte a vivir a Estambul un día y piensas que en ese caso el aprendizaje de este idioma te será de utilidad. Estamos hablando de una recompensa externa a la actividad en cuestión. Por lo tanto en este caso se trata de motivación extrínseca.
Si vas a trabajar una mañana después de no haber dormido apenas porque el vecino ha tenido la música alta toda la noche es posible que pases un día infernal dando cabezazos delante del ordenador.
¿Qué sucede tras una noche en la que no has pegado ojo por la excitación que te produce que al día siguiente te vas de viaje a un lugar con el que llevas años soñando ir? El cansancio es el mismo? ¿Y tu estado de ánimo? Imagino que la respuesta es ‘no’.
La única diferencia entre estas dos situaciones reside en la motivación.
¿Qué podemos deducir de todo esto si lo aplicamos a un objetivo que queremos lograr? Que para que el resultado sea satisfactorio es necesario asegurarse de que este objetivo cuente con elementos motivadores que respondan a nuestros valores, necesidades y/o creencias.
¿Y cómo puedes lograr sentirte motivado?
Identifica los elementos motivadores en aquello que emprendes. Y si no consigues encontrarlos, entonces créalos tú mismo, fija un objetivo que llene de sentido esa actividad que llevas a cabo.
No siempre es fácil estar motivado. Por ejemplo, qué hacer cuando tu trabajo no te gusta? ¿Cuando no te gusta nada de nada pero por circunstancias en este momento no lo puedes dejar?
Por un lado pregúntate si existen componentes que responden a la motivación intrínseca. Seguramente en ese trabajo que tan poco te gusta hay un compañero o compañera que te lo hace más llevadero, alguien con quien compartes afinidades o formas de encarar el trabajo. Alimenta ese aspecto. Cuídalo. Pon ahí tu atención. Posiblemente en ese mismo trabajo existen ventajas para ti que en un principio te cuesta percibir. Dedica tiempo a reflexionar sobre esto.
Pero además te sugiero que identifiques aquello que puede favorecer la motivación extrínseca. Por ejemplo, que ese trabajo te esté dando suficiente dinero para poder comprarte ese apartamento en el que te gustaría vivir un día. Tal vez el trabajo corresponda poco a tu valores, pero es posible que ese apartamento sí.
Es por ello que la clave está en no perder de vista el objetivo, especialmente cuando se trata de motivación extrínseca. Debes asegurarte de que este está formulado en positivo. De lo contrario estarás a la espera de una solución externa que no necesariamente va a llegar.
Puedes encontrar obstáculos en el camino y en ocasiones los magnificarás dándoles una importancia mayor de la que tienen. Creerás que son insuperables, incluso. Y tendrás ganas de tirar la toalla.
Sin embargo, si focalizas tu atención en tu objetivo, en el fin último, en aquello que te espera al final del camino emprendido, los obstáculos pierden fuerza, dejan de ser nítidos y es entonces cuando sabes que puedes superarlos.
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