La visualización creativa puede llevarte al éxito.
¿Has oído hablar de la visualización creativa? ¿Y si te digo que tienes una poderosa herramienta para ser la persona que quieres ser, para sacar lo mejor de ti? Pues te lo digo. La tienes.
¿En qué consiste esta visualización creativa? En utilizar la imaginación para lograr dar forma a un deseo, a un objetivo, a un sueño. A través de imágenes vas a generar emociones y sensaciones que, repetidas durante un cierto intervalo de tiempo, van a aumentar las probabilidades de poner en marcha un comportamiento específico que deseas tener ante una situación concreta. Es lo más parecido a soñar despierto.
La visualización creativa permite dar un paso más hacia aquello que hasta ahora te está costando tanto alcanzar, y la buena noticia es que no requiere salir demasiado de tu zona de confort. Es una poderosa estrategia gracias a la cual puedes materializar ese deseo de ser tú mismo poniendo de relieve todo tu potencial.
Como afirma el psicólogo Martin Seligman, pionero de la Psicología Positiva, "la felicidad no es algo que nos sucede, sino algo que hacemos que nos suceda". Y es en este punto en el cual me interesa poner el foco.
Tú vas a hacer que suceda aquello que te hace feliz haciendo uso de esta herramienta de la que te hablo. No tienes más que imaginarte a ti mismo teniendo el comportamiento que deseas tener ante una situación que te inquieta.
¿Tienes que subir una montaña el mes que viene y no te sientes capaz? Dedica de cinco a diez minutos diarios a verte a ti mismo en esa situación que temes siendo capaz de desenvolverte maravillosamente bien. Siéntete sereno, fuerte, decidido y poderoso mientras te imaginas escalando esa montaña. Si te ves a ti mismo siendo valiente, valiente serás. Esto es una visualización creativa. Gracias a ello vas a crear nuevas conexiones neuronales y tu cerebro va a registrar como tuya esa capacidad que has puesto en marcha mediante la visualización.
Habrás observado que cuando ves una película de suspense, por más que te digas que es una película y que sólo son actores, sigues sintiendo las mismas sensaciones de miedo e inquietud. Esto es precisamente porque nuestro cerebro no distingue entre realidad y ficción. Tu cerebro se lo cree y tu cuerpo reacciona en consecuencia.
Pues bien, la visualización creativa no es, ni más ni menos que ir al cine a ver la película que quieres ver en la que tú eres el héroe y protagonista y que siempre tiene un final feliz. ¿Qué más se puede pedir?
A menudo escucho decir “es que no tengo tiempo”. Esto no es una cuestión de tiempo sino de prioridades. Comienza por preguntarte cuánto de importante es aquello que deseas lograr, cómo influye en tu vida el hecho de tener una u otra actitud.
No es lo mismo ir al dentista en actitud “por favor, que no me haga daño” que “sé que me va a doler pero yo soy muy capaz de aguantarlo”. Doy fe de que incluso el dolor se siente de forma menor cuando se adopta una actitud activa y no pasiva. Entre otras cosas porque lo habitual es que duela, por lo tanto si deseamos que no duela estaremos poniendo el foco en lo imposible.
Según este mismo principio cuando te imaginas a ti mismo comportándote de una manera determinada, el cerebro considera que eso que creas está realmente sucediendo. Durante el tiempo en que transcurre la visualización creativa se crean nuevas conexiones neuronales de éxito y el cerebro va a desarrollar patrones de actividad neuronal diferentes de los que ya existen y que en muchos casos ayudan poco o o nada cuando se trata de lograr un objetivo.
Cinco o diez minutos de visualización cada día, nada más despertar, por ejemplo, son suficientes. Introdúcelo en tu rutina de la misma manera que te lavas los dientes y desayunas.
Numerosos estudios de neurociencia afirman que esta práctica debe llevarse a cabo a lo largo de veintiún días puesto que ese es el tiempo que requiere adoptar un hábito nuevo. Yo puedo asegurarte que un solo día de visualización es suficiente para apreciar ya una diferencia en la ejecución de aquello que te has propuesto llevar a cabo.
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