Aceptación: una herramienta poderosa en la toma de decisiones

¿Qué hacer cuando tienes que elegir entre dos opciones y no te sientes capaz de decidir? La solución, en numerosas ocasiones, reside en la aceptación. Hay una tendencia a creer que aceptar es conformarse. La buena noticia es que no son la misma cosa.

¿Por qué digo que es una “buena noticia”? Porque cuando termines de leer este post probablemente sabrás que aceptar es de valientes y que a veces es el único camino. Dicho esto, te habrás quitado un peso de encima.

En la aceptación hay algo de temporal, un momento de transición en el que uno tiene la lucidez de saber que en ese momento no sabe o no puede hacer nada al respecto y se queda en espera de poder hacerlo. En este caso se sigue siendo “actor” en la propia vida. Uno es responsable de lo que sucede. Es más bien un lapso de tiempo en el que uno se queda inmóvil hasta que la claridad de mente y corazón permitan tomar una u otra decisión.

 Conformarse implica, por el contrario, una mayor pasividad, un no apropiarse de su propio camino. Es poner en manos de factores externos la propia vida. Tiene más que ver con tirar la toalla. No habrá una decisión, no hay espera de nada. Es colocarse en posición de víctima de los acontecimientos.

Muchas son las veces en que escucho a muchos decir “tienes que tomar una decisión”. Pues no, nada peor que tomarla cuando no se está preparado para ello.

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Se trata de poder decidir sin que ello suponga un desastre y minimizando las probabilidades de que tú y tu entorno os veáis afectados más de la cuenta. 

La aceptación, en este caso, es un buen primer paso y muchas veces basta para romper el círculo vicioso en el que te encuentras. Confía en ti, en tus recursos y en la claridad que el paso del tiempo trae.

Sucede a menudo que ante la propia incapacidad de decidir uno se rebela, se pelea consigo mismo, se presiona con el fin de resolver ese asunto que se trae entre manos. El desgaste de energía que esto requiere es enorme y las consecuencias van de la mano de la fatiga y la desazón. Esta pérdida de energía se debe al sobreesfuerzo invertido en una causa que a corto plazo no promete soluciones.

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 Aceptar es tomar la responsabilidad de los propios actos. Es un proceso en estrecha relación con tomar las riendas. Implica coraje, el de saber esperar. Implica sabiduría, que permite no precipitarse. Implica madurez, la de haber comprendido al fin que a veces esa es la única actitud viable si pretendes encontrar una solución que se adapte a tus propios deseos, a todo aquello que es relevante para ti, a tus valores.

¿Qué hacer ante una situación en la que la toma de decisión se presenta como relevante? Si tienes las cosas claras no dudes en tomarla. Pero si no es así, comienza por aceptar que no sabes qué camino tomar y que tarde o temprano lo sabrás.

Después te recomiendo un trabajo personal de búsqueda que te permitirá encontrar una mayor claridad acerca de lo que quieres y lo que no. Que te facilite una toma de conciencia con respecto a aquello que es importante para ti a día de hoy. Y que ponga en tela de juicio todas aquellas ideas que ya no encajan en tu sistema de creencias, pero nunca te lo habías planteado porque a fuerza de repetirlo has llegado a convencerte de que dicha creencia forma parte de tu identidad.

Es preciso saber identificar cuándo una decisión tiene realmente carácter urgente y cuando no. Cuando esta se presenta de forma inminente, no hay tiempo real para poner en marcha todo este proceso de aceptación que te propongo. Por ponerte un ejemplo, si mañana operan a un miembro de tu familia y el cirujano te pide que tomes una decisión de manera urgente, tendrás que tomarla con los elementos con los que en ese momento cuentes y rezar para que sea la más acertada. Por el contrario, si no existe tal urgencia tómate el tiempo que necesites para decidir.

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La aceptación es una eficaz herramienta de la que dispones para numerosas situaciones complicadas que puedan presentarse, más allá de la toma de decisiones.

¿Quién no tiene un día malo, torcido, de esos en las que percibimos todo como desastroso? Cuando te suceda pregúntate si puedes hacer algo para mejorarlo, y si es posible y te sientes con ganas, hazlo. Si no te sientes lúcido, o si simplemente no tienes energía para afrontarlo, deja el análisis de lado, acepta que es uno de “esos días”, y permítete estar como estás, sin más.

Aquí te dejo unas sabias palabras del teólogo americano Karl Paul Reinhold Niebuhr:

 

“Concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,

el valor para cambiar las cosas que sí puedo

y la sabiduría para conocer la diferencia”.

 

Recuerda también que siempre puedes contactarme si necesitas que te ayude con la fascinante tarea de mejorar tu vida. Para más información puedes consultar mi web www.lorenapiorno-coaching.com

 

Lorena Piorno