Hacer hoy lo que podrías dejar para mañana.
¿Eres de los que deja para mañana lo que puedes hacer hoy? ¿Pospones los asuntos que tienes pendientes? A esto se le llama “procrastinar”. Y en ese caso siéntete acompañado, ya que no eres el único y de hecho este es uno de los motivos por los que mucha gente viene a verme.
“Procrastinación”. La verdad es que esta palabra es casi tan difícil de pronunciar como tragarse un polvorón. Así que sólo por eso ya merece la pena no tener que volver a usarla.
Multas por retraso en el pago de facturas, la casa hecha un completo desastre, trabajo atrasado que impide avanzar correctamente, pérdida de oportunidades que cazaron otros que procrastinan menos que tú…
¿Por qué procrastinas? Una de las razones tiene que ver con la búsqueda del placer. Cuando sabes, por ejemplo, que tienes que ordenar tus facturas para saber si te falta alguna por pagar. Pero resulta que te apetece mucho más darte un paseo o sentarte a ver una película. Esta inclinación por aquello que te parece más placentero no deja de ser engañosa, puesto que sólo está implicado el placer inmediato. Sin embargo a largo plazo las consecuencias no son exactamente agradables. Bien al contrario te darán más de un quebradero de cabeza. Las facturas que no has pagado por no haberlas ordenado traen de regalo una multa, si no algo peor.
Otro motivo tiene que ver con la aprensión o el miedo a no ser capaz de llevar a cabo y de forma satisfactoria la tarea que se está postergando. Con tal de no enfrentarse a la ejecución de la misma, la persona va posponiéndola aun a riesgo de encontrarse después con consecuencias no deseadas. Ejemplos de ello podrían ser la realización de un examen de acceso a algún organismo o la simple, y no por ello sencilla, tarea de montar un mueble.
La procrastinación engendra toda una serie de parásitos, de todo tamaño y forma. Son todo aquello que tienes pendiente y que, al optar por no ocuparte de ello, permanecen presentes en un rincón de tu cabeza y te chupan la energía que necesitas para emprender tareas o actividades que en principio podrían ser más relevantes para ti. De tal manera que terminan por provocar una disminución en tu productividad.
Cuando procrastinas, cuando postergas tareas, la idea de que no te estás ocupando de ellas no desaparece de tu mente. Te acompaña día y noche y esto es lo que poco a poco va contaminando tu atmósfera emocional.
Los parásitos tienen a su vez un impacto negativo sobre tu autoestima dado que toda esta dinámica culminará con un sentimiento negativo hacia ti mismo, que no tomas las riendas de tus asuntos. Por otra parte es frecuente que el hecho de no cumplir con aquello que sabes que has de hacer para poder quedarte tranquilo, te acompañe día y noche como una mosca zumbona recordándote que no haces lo que debes y que ‘no estás a la altura de las circunstancias’, lo cual no te hará sentir como un Superhéroe precisamente.
¿Cómo romper con este mal hábito? ¿Cómo librarte de todos esos parásitos que entorpecen tu camino? Puedes comenzar por hacer una lista de todo aquello que tienes pendiente y que estás procrastinando. Ordénalos según la importancia que tienen para ti. Elige uno de ellos, el que más capaz te sientas de manejar y busca la manera de librarte de él. Esa pequeña acción es un gran paso para crear un nuevo hábito más saludable.
La pereza y el afán de evitar salir de la zona de confort son otros factores a tener en cuenta en la búsqueda del motor que puede llevarte a procrastinar. Ese miedo a lo desconocido cuando se trata de probar algo nuevo, por ejemplo. Conocer gente, apuntarte a clases de baile, montar en parapente, hacer meditación. A priori todas estas cosas tiene algo en común más allá de la novedad. Y es que probarlas podría abrirte todo un universo de posibilidades.
Estar a menudo tumbado en el sofá de tu casa significa estar expuesto a que pocas cosas extraordinarias te sucedan. No va a venir a llamar a tu puerta el amor de tu vida. Tampoco Woody Allen para contratarte para su nueva película. Pero si quieres tener en tu vida a alguien especial puedes crear situaciones propicias para ello hoy, no mañana, hoy mismo. Y si quieres trabajar con Woody Allen, aun sabiendo que es difícil, no es imposible. Tal vez puedas sacarte ahora mismo un billete de avión para viajar a Nueva York y buscarlo en el hotel Carlyle, donde a veces toca el saxo para intentar hablar con él. No es una garantía, claro que no. Pero esta actitud está mucho más cerca de lo que deseas que la de quedarte tumbado. En otras palabras, deja a un lado la procrastinación y sal de tu zona de confort si deseas tener algo extraordinario. Sal a buscarlo.
Hay algo que no debes olvidar y es que todo lo que hoy te gusta lo experimentaste un día por primera vez.
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